Buenas queridos lectores, sigo realizando mis análisis y paso aquí a dejarles una nueva reflexión.
Quiero profundizar un poco más en éste fenómeno de querer mantenerse artificialmente joven. El punto de éste posteo es que está tan arraigada en la sociedad esta tendencia y creencia de parecer joven para no ser excluido, que el paso de los años no sólo ha querido borrarse de la apariencia, sino que también ha tratado de borrarse de la conciencia.
Los adultos no sólo se esfuerzan por tener el aspecto físico de un joven de veintitantos, sino que también se dedican a imitar su estilo de vida. Cada vez hay más boliches para gente grande, hubo una proliferación de los llamados “after office” para salir también en la semana. La antes llamada “ropa de señoras” murió en otra generación, ahora las mujeres de 60 no sólo consiguen el cuerpo de las de 20, sino que también compran la misma ropa. En este mundo donde lo único que importa es la apariencia, ya no es importante diferenciarse de los demás siendo original, sino mezclarse entre la masa vistiéndose, peinándose y comportándose todos de igual manera. Esto genera una perdida de la identidad.
Es una generación de adultos aniñados que se dedican a entretenerse tanto o más que los jóvenes. Aplican esa tendencia infantil de procurarse satisfacciones continuas y urgentes. Al estar entretenidos, pierden y se desprenden de la noción del tiempo y de su paso. Se comportan como jóvenes, para convertirse totalmente en esa figura que intentan imitar, sin dejar de ser un doble.
Hay una sobrevaloración de la juventud, díganme hace cuanto que no escuchan a algún adulto orgulloso por representar “la voz de la experiencia”. De esa experiencia que se gana por el paso de los años y en el transcurso de la vida. ¿No es irracional esta creencia de que mantenerse joven los hará inmortales?
Saludos, Maju
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